Según indican fuentes pasadísimas en garrapiñadas
rellenas con pepas de ácido, el viejo barbudo estaría auto-acuartelado entre
los hielos nórdicos y con ganas de suspender la navidad en la Argentina si no
se revierten los constantes cortes de electricidad en todo el país o no
arreglan el clima en un par de días.
“Yo quisiera ver al arquitecto Julio De Vido con
una barba al mejor estilo Karlitos Marx y 43° de sensación térmica adentro de
un traje de corderito patagónico, pintado de rojo furioso, a ver cuántos techos
se trepa en una misma noche a la luz de la luna. Al menos en las navidades de
Alfonsín sabías donde te iban a cortar la luz, pero ahora con el arquitecto De
Vido ni con cinco Atuchas juntas sabés en qué casa dejar los regalos o pasarle el laburo a los Reyes Magos”, habría manifestado Papá Noel, también conocido
como Santa Claus, en su fábrica de juguetes con una boina radical de pompón
rojo, que le reemplazaba su tradicional gorro en punta, mientras hacía “fondo
blanco” con un porrón de cerveza y se le dibujaban unos bigotitos de espuma.
“O alguien lo ve al Coqui Capitanich entrando en
las chimeneas de Chaco sin aire acondicionado, ventilador de techo, ni turbo Yelmo, aunque más no sea. Es un trabajo
insalubre este. Si no quiere terminar como Abal Medina vendiendo pescado en
Chile con el delantal blanco y el gorrito marinero, es mejor que el Coqui se
ponga media pila porque sin navidad va a tener una revuelta infantil de
proporciones impensadas que va a acelerar el fin del kirchenirsmo”, habría vaticinado
Papá Noel, también conocido como San Nicolás,
empinándose dos porrones de cerveza con cada mano a la vez mientras el
Abominable Hombre de las Nieves, también conocido como Yeti o Sasquash y al que contrataron de forma temporaria por la navidad, sentado
en un rincón de la fábrica de juguetes con las piernas cruzadas, se armaba un cigarrillo
con la última cosecha de cannabis suizo.
“Si este gobierno no quiere tener quilombo groso,
yo le sugiero que empiece de una buena vez a apretar a las distribuidoras de
energía, o que arme un ejército de
meteorólogos que ayuden a cambiar el clima, porque si no llega la navidad a la
Argentina el 25 de diciembre va a tener un levantamiento de chicos, armados con
pistolas de agua y bombuchas cargadas de arena explosiva, que
va paralizar el país y hasta podría prender fuego el Congreso y la Casa
Rosada”, habría finalizado Papá Noel, también conocido del otro lado de la
cordillera como el Viejo Pascuero, habiéndose bajado cinco barriles de cerveza
tirada de 50 litros cada uno mientras salía corriendo al baño por las ganas de mear, y los duendes de
la fábrica de juguetes se daban un pase de tolueno en una bolsita de regalo con
motivos navideños.