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lunes, 14 de diciembre de 2009

Las invasiones charrúas. Capítulo II


Todo se vuelve gris
Corrió el brazo de su novia, levantó el celular y vio que eran las 14.47. Domingo, pocas horas de sueño, pero estaba totalmente desvelado. Cuando se levantó de la cama, pisó la caja del último compact de Jorge Drexler y lo hizo trizas. Uno de los plastiquitos se le clavó en el talón y comenzó a sangrar. Se cubrió la pierna con la bandera de la murga Agarrate Catalina. Puteó un poco, se fue para el baño, se puso unas gasas. Volvió a la habitación y la novia seguía durmiendo. Decidió salir a leer los diarios. El sol de marzo era, decididamente, perfecto. No había ni una puta nube en todo el cielo.
Joven militante de la centroizquierda sabatellista, Martín Artigas había nacido en Canelones y se había venido cinco años atrás a estudiar Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Tenía 25 años y coleccionaba discos de vinilo de Los Olimareños y de Labarnois y Carrero.
A media cuadra del bar se cruzó con Chacho Álvarez y dudó entre putearlo o saludarlo afectuosamente. Chacho siguió caminando para abajo y se fue. Agarró Clarín y Página 12 y pidió un cafecelli bien cargado. Van der Kooy decía que el presidente Reutemann iba a bajar las retenciones de la soja al 20%. Roberto Navarro entrevistaba al vicepresidente Solá, que marcaba diferencias y decía que había que generar un esquema de retenciones móviles. Se cumplían cinco años del corte en Gualeguaychú. El Boca dirigido por Diego Cagna jugaba la cuarta fecha contra el San Lorenzo de Rubén Darío Insúa. Una mujer afirmaba que del cuerpo embalsamado de Sandro salía uno de cigarrillo y proponía embalsamarlo. Pepe Mujica declaraba que “las relaciones con la Argentina no son ni buenas ni malas, son normales”. China Zorrilla era aclamada en su llegada al puerto de Montevideo.
A las 16.47, Cuando Martín salió del bar, el cielo se había aplomado y todo parecía completamente gris: los árboles, los autos, los frentes de los edificios. No se cruzó a nadie en esas tres cuadras que lo unían con su casa. Pensó que era por el partido de Boca. Se apuró en llegar a la casa. Su novia se había ido. Prendió la radio. En la Rock & Pop había una canción de Daniel Viglietti. En Radio Nacional pasaban un tema de Zitarrosa. Víctor Hugo relataba por Continental el partido entre Peñarol y Danubio. Fue hasta el baño, se refregó los ojos. Le llegó un mensaje de texto desde el número “1828”. “Prendé la tele”, decía. En Canal 7, Julio Bazán corría agitado arriba del puente. “Urgente Gualeguaychú”, decía el videograph. “Aquí estamos, es todo muy extraño, todos están muy sorprendidos”, gritaba. El camarógrafo corría acelerado. Cuando la imagen se estabilizó, se vieron a cuatro asambleístas que sangraban en el puente. Todos tenían un alpargatazo clavado en el medio del pecho.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

temerario

Anónimo dijo...

che, a ver si se ponen a laburar y escriben el tercer capítulo de esta tremenda garcha

humorismo tupamaro dijo...

están totalmente fuera de órbita, nosotros optamos ahora por el camino pacífico: vamos a invadir a chile

Anónimo dijo...

loco, quiero saber ya cómo sigue

sigal dijo...

qué elegante que se viste chacho los domingos, iba a la casa de solita silveyra???????