Comentarios a la hora del ascenso
Fermín Paniagua fue un destacado inside izquierdo de las divisiones de ascenso del fútbol latinoamericano. Hoy ya más maduro y reflexivo fue contratado por el gobierno de Hugo Chávez Frías, a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para entrenar al primer mandatario en las artes y los ardídes del "deporte más popular del planeta".
Paniagua se presenta en el Palacio de Miraflores todos los días entre las 11:40 y las 14:15, de elegante equipo de gimnasia "Diporto" color azul con vivos rojos y blancos, como corresponde a todo militante y/o líder revolucionario de la época.
El entrenamiento se lleva a cabo en los mismos jardines del palacio presidencial. Comienza con un breve trote en el que Paniagua y Chávez Frías realizan un veloz ping-pong sobre las noticias del día. La cotización del crudo, el oro, la soja, el yogurt frutado de La Vascongada y el estado físico real de Osama Bin Laden. Luego sobreviene una rutina que Frías ha impuesto como obligatoria para Paniagua que implica tirarse en paracaidas desde las terrazas del palacio. Para el bolivariano es un recuerdo de juventud, para Paniagua un verdadero dolor de cabeza, ya que luego de las caídas, donde por supuesto no llega a abrirse el paracaídas, el ex futbolistas sufre luxcaciones, fracturas, esguinces, roturas ligamentarias, fibromas y otras lesiones.
A pesar del llanto y sufrimiento que esto le produce Paniagua las disfruta. Dice que también le hace acordar a los marcadores de punta o marcadores centrales de las divisionales del ascenso de Guatemala, Perú, El Salvador y tantos Estados gloriosos de nuestro continente mental.
Luego empieza la práctica con balón y ahí sí amigos, con un clásico "cabeza" los cuellos de ambos militantes deportivos sociales y políticos se retuercen al son de las trompetas de la emancipación. Las gotas de transpiración empapan los cierres de los conjuntos de gimnasia y en el aire sobrevienen esperanzas de un nuevo referendúm, una manifestación armada con dinamita, una mediación humanitaria, un secuestro extorsivo o una asamblea popular.
En ese mismo instante Frías lo siente en su mirada, Paniagua lo palpita en el pecho, pero la pelota pica mal y se va a la calle...
Fermín Paniagua fue un destacado inside izquierdo de las divisiones de ascenso del fútbol latinoamericano. Hoy ya más maduro y reflexivo fue contratado por el gobierno de Hugo Chávez Frías, a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para entrenar al primer mandatario en las artes y los ardídes del "deporte más popular del planeta".
Paniagua se presenta en el Palacio de Miraflores todos los días entre las 11:40 y las 14:15, de elegante equipo de gimnasia "Diporto" color azul con vivos rojos y blancos, como corresponde a todo militante y/o líder revolucionario de la época.
El entrenamiento se lleva a cabo en los mismos jardines del palacio presidencial. Comienza con un breve trote en el que Paniagua y Chávez Frías realizan un veloz ping-pong sobre las noticias del día. La cotización del crudo, el oro, la soja, el yogurt frutado de La Vascongada y el estado físico real de Osama Bin Laden. Luego sobreviene una rutina que Frías ha impuesto como obligatoria para Paniagua que implica tirarse en paracaidas desde las terrazas del palacio. Para el bolivariano es un recuerdo de juventud, para Paniagua un verdadero dolor de cabeza, ya que luego de las caídas, donde por supuesto no llega a abrirse el paracaídas, el ex futbolistas sufre luxcaciones, fracturas, esguinces, roturas ligamentarias, fibromas y otras lesiones.
A pesar del llanto y sufrimiento que esto le produce Paniagua las disfruta. Dice que también le hace acordar a los marcadores de punta o marcadores centrales de las divisionales del ascenso de Guatemala, Perú, El Salvador y tantos Estados gloriosos de nuestro continente mental.
Luego empieza la práctica con balón y ahí sí amigos, con un clásico "cabeza" los cuellos de ambos militantes deportivos sociales y políticos se retuercen al son de las trompetas de la emancipación. Las gotas de transpiración empapan los cierres de los conjuntos de gimnasia y en el aire sobrevienen esperanzas de un nuevo referendúm, una manifestación armada con dinamita, una mediación humanitaria, un secuestro extorsivo o una asamblea popular.
En ese mismo instante Frías lo siente en su mirada, Paniagua lo palpita en el pecho, pero la pelota pica mal y se va a la calle...
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