Cobos podría tal vez en una de esas reemplazar a su equipo familiar de asesores

El presente es exiguo y el futuro promete un silencio atroz. El prestigiosísimo vicepresidente Julio César Cleto Argentino Cobos medita, cavila y analiza cómo salir del cono de sombras en el que se ha sumergido.

En el seno del radicalismo su situación está complicada. Ricardito Alfonsín no para de ganarle en el minuto a minuto del internismo compulsivo de los boinas blancas. Los diarios se olvidaron de su figura y ya no le dedican titulares pomposos. Hasta este humilde blogcito lo ha olvidado y hacía tiempo que no le dedicaba una entrada. Sólo de vez en cuando algún ultramontano del seissieteochismo que se subió tarde a la locomotora del cristikirchnerismo le dedica un par de puteadas.

Inteligente y avispado, Cleto vive cada día como si fuera el último. Cada vez que la motorman nacional y popular emprende una gira artística, él ingresa a la Casa Rosada y piensa que pueden ser sus últimos coletazos presidenciales. Pide la llave del Salón de los Patriotas Latinoamericanos y pone cara de prócer mientras se mira al espejo.

Sabe que no hay vuelta atrás con el kirnicherismo. Lo terminó de constatar cuando eligieron a Rodrigo de la Serna para hacer del general don José de San Martín en el Cruce de los Andes para la televisión pública digital. "Son rencorosos estos tipos, eh. Yo estaba pintado para hacer ese papel", le confesó a otro atleta mientras corría una maratón alrededor de la fábrica de alfajores Guaymallén.

Un equipo de expertos mentalistas comandados por el Loco Daniel Néstor Leonardo (cuñado de Mauri Macri y, para muchos, el Leonardo Di Caprio argentino) pudo ingresar en las estructuras oníricas del vicepresidente y aseguran que sueña con un tsunami de soja que lo deposita en el balcón de la Rosada.

También cuentan que, nuestro querido vicepresidente, sólo en los sueños se anima a reprochar los consejos de su equipo familiar de asesores. "Estas hijas me recomendaron que vote en contra en la 125 y ahora estoy embarrado hasta las rodillas de ostracismo. Las voy a tener que cambiar y comprarme mi propio Durán Barbeta", masculla en las noches de invierno.