El guitarrista de Perón: Parte IV

Cae la tarde en un bar de la populosa barriada nacional y popular de Quilmes. De una "Siete Mares" enclavada en el mostrador principal estallan los alaridos del speacker que se regodea con el triunfo del combinado local ante Unión de Santa Fe por 2 a 1. "Me gusta", dice un falso Ginés González García, sentado en una mesa junto a la ventana. "Los dimos vuelta y se la dimos por el orto a estos zurdos de mierda santafesinos", remata mientras embucha uno de miga junto a un trago de "Esperidina".
El ambiente es espeso, llueve, la humedad se cuela por las rendijas de las puertas y condensa el vapor en el sexo de los parroquianos. En la mesa junto al baño, John William Lee Cocker escupe vientos diabólicos y revolucionarios sobre el fueye de una armónica que le ganó a Nikita Kruschev en un partido de Tute disputado en Bangkok.
El electric-guitar del General Perón descarga los últimos acordes de "Jumpin Jack Flash" mientras del baño de mujeres emerge la figura de Kanibal Fernández acomodándose la camisa a rayas, por dentro del pantalón gris. De sus bigotes sobresale un amarronado manchón de cortado con caña. De reojo mira a William y avanza por el salón hacia el mostrador. "Que lindo es cojerse un zurdo un sábado de lluvia" exclama, con la mirada cómplice clavada en los testículos del falso Ginés.
John William escupe la armónica sobre la mesa, saca su lengua para mostrar el piercing que de un lado tiene la cara de Perón, pero lo hace girar y aparece el rostro de Severino Di Giovanni que lanza una cebita que estalla a centímetros de los pies de Kanibal. John no puede contener la carcajada blusera de izquierda revolucionaria y Kanibal enciende su ojo avizor. "Todos al piso mierda, grita".
Continuará......