Los muchachos de la producción están agobiados, compungidos, preocupados. Un rumor se expande por los pasillos de las radios más encumbradas y provoca pánico en los trabajadores del éter.
Ay, ay, ay, se escuchan los quejidos, las protestas, aunque prima la impotencia. Dicen que dicen (como fantasmas apocalípticos agitados desde la oficina más conspicua del gran diario argentino) que el Komfer estaría preparando su golpe más tremebundo y artero. Su gran tiro del final. Que acertará de lleno en el blanco.
Dicen que dicen desde las altas esferas de la calle Tacuarí que se viene la gran prohibición. Que sí, que de una vez el Gobierno está dispuesto a aliviar los oídos de la gran masa de oyentes argentinos.
No, no, señores. No se trata de listas negras ni censuras.
El cross pega en la boca del estómago de la patria radiofoneril. La medida apunta contra las secciones rellena espacios. Serán borradas de la faz del eter, escuchen bien, las efemérides, las frases del día, las frases históricas de grandes personalidades, el horóscopo, los columnistas de salud, el estado del tiempo y el radar de tránsito. No se podrá más, respiren felices, comentar sólo las noticias de los diarios sin elaborar una sola nota propia.
Y sí, la estocada final: los productores no podrán inventar más mensajes de los oyentes para que los conductores los comenten de forma autocelebratoria y falsamente ingenua.
Algunos productores lloran, lloran y no paran de llorar. Otros planifican su suicidio en masa, ante la mirada atenta de sus pares televisivos, que aguardan dispuestos a saltar sobre sus cadáveres calientes.
1 comentario:
Ayer me tocó a mi, hoy les toca a los auxiliares de radio quedarse sin trabajo. Este gobierno quiere jugar con cuatro delanteros y se come cuatro todos los partidos.
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