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domingo, 28 de febrero de 2010

Los tres chanchitos


Rinconcito de Formación de los Niños Bolivarianos
Por Comandante Presidente Hugo Chávez Frías


Érase una vez tres hermanos chanchitos latinoamericanos que vivían en la Triple Frontera entre Chile, Bolivia y Perú. Con un préstamo conjunto del Banco del Sur decidieron construir cada uno su propia casa.
El menor de ellos, el Colorado Piñera, que no era muy trabajador, decidió hacer una casa de mucho lujo, con piscina, cancha de golf, hidromasajes y sala de juego. Como no le alcanzó la plata, debió hacer las paredes con cartón pintado.
La terminó rápido y fue a reunirse con su hermano mediano, “Hay Patria Querida yo Quiero un Presidente como Alan García”, al que tampoco le gustaba trabajar. Este hermanillo era un ladrón de cuatro esquinas y que se había malgastado toda la plata en salames traídos directamente de Tandil, quesos franceses y pan comprado en Delicity. Después de darse una panzada, Alan construyó con lo que le quedaba su casa con tablones de madera.
Los dos chanchitos, Colorado Piñera y Alan, orgullosos de la rapidez de su trabajo, fueron a buscar a su hermano mayor.
El chanchito Evo no había terminado su casa aún porque estaba construyendo no una casa sino un barrio entero para todos sus vecinos. Eran casas austeras pero sólidas, con ladrillos y cemento. Y las construían entre todos, de forma solidaria, con la ayuda de los Ponchos Rojos, y la planificación matemática de Alvarito García Lindera.
Pero los hermanos Piñera y Alan se rieron de Evo porque todavía no había terminado y se fueron al bosque a jugar.
Allí tropezaron con el lobo imperialista y feroz, que quería instalar una base militar en cada terrenito que veía.
Muertos de miedo, corrieron cada uno hacia su casa.
El Colorado Piñera se encerró en su casa pero el lobo le bastó con soplar para derrumbarla, porque era sólo cartón pintado. Entonces el Colorado invitó al Lobo a la piscina y a jugar al golf. Pero el Lobo quería más y más y se quedó con toda la casa.
Entonces el chanchito salió corriendo y fue a refugiarse a la casa de Alan. El Lobo lo siguió. Cuando vio que la casa era de tablones de madera sopló un poco más fuerte y también la hizo volar por los aires. El chanchito Alan y el Colorado se asustaron mucho cuando el Lobo les comió los salames y les tomó todo el pisco.
Los dos chanchitos corrieron hacia el barrio que había construido Evo y se escondieron ahí adentro muertos de miedo. El chanchito Evo fue hasta la entrada del barrio y paró el soplido del Lobo con su peinado aerodinámico.
Pero como el Lobo quería instalar su base a toda costa, se subió a un helicóptero y aterrizó en el medio de la plaza del barrio. El chanchito Evo, que era muy previsor, les había pedido a los Ponchos Rojos que esperaran al Lobo escondidos debajo del tobogán y las hamacas.
Cuando el Lobo se bajó del helicóptero, Evo y sus Ponchos Rojos cayeron sobre el animal feroz, que fue sometido a la justicia comunitaria. El fallo fue ejemplar: debió construir 5000 adobes para construir las casas de nuevos vecinos que llegaban a la zona de Triple Frontera.
-Nos has salvado la vida, le agradecieron los dos cerditos a su hermano Evo.
-Bueno, así aprenderéis que es mejor hacer las cosas bien, aunque cueste un poco más.
Entonces, juntos, se pusieron a jugar un picado a 4000 metros de altura.

2 comentarios:

Pepe Cantonnesi dijo...

Impecable, maestro! Sin desperdicios!

Pedro Bustamante-Zamorano, poh dijo...

Poh, me parece que el análisis es algo sesgado! Al chanchito Colorado le cagaron la fiesta! Se cayó la casa de él y la de muchos más! De eso no hablan, zurditos weones???
Qué preocupados con la realidad, cachai!