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sábado, 19 de junio de 2010

El romance del año (2° Parte)




-¿Y vos, Orlando, qué opinas del informe? –le preguntó Luciano.

Cinco, seis segundos de silencio, extremadamente valiosos para los tiempos televisivos.
Susana Russo tomó la posta y se lanzó con todo a desmelenar los incumplidos pronósticos de Lila Downes. Petrificado, Orlando siguió pensando en ella, en su sonrisa socarrona, en sus mejillas acolchaditas, en su mirada seductora.
En el medio del partido de la Argentina contra Corea del Sur, aprovechó que sus amigos estaban distraídos, se metió en el baño y la llamó por teléfono. La invitó a ver el próximo cotejo, contra Grecia, juntos, los dos solos, en su oficina. Era el momento ideal, nadie iba a reparar en ellos.

-¿Qué hacés hoy a la tarde? Lo vamos a ver todos juntos acá en la Cámara… -le dijo Fernandito Iglesias.
-Ay, no, nene, yo me pongo muy nerviosa, prefiero no verlo, voy a ir a rezar a la Catedral para que gane la selección –respondió ella, disimulando los nervios y la excitación.

Subió y él la esperaba con un ramo de rosas amarillas. Rozaron levemente sus mejillas. La mesa estaba preparada con tostadas, scones y mermeladas. A ella le gustó que él recordara su gusto por el exquisito té negro de Darjeeling. Pero pronto empezaron las discusiones. Orlando prendió el codificador de la televisión pública digital y se escuchó el relato de Gustavito Kuffner. Ella prefería al Pollo Vignolo. No llegaron a un acuerdo y apagaron el televisor.
Para distender la situación, él trajo una frasquito de dulce de arándanos que había reservado para la ocasión. Ella lo destapó y vio que en el papel que cubría la boca del frasco estaba impresa una foto de Mario Ishii con poncho rojo. Él se rió y ella se hizo la enojada, aunque disfrutó la humorada.
Después de tomar una segunda ronda de té, ella estaba desinhibida y se animó a bailar al estilo de Shakira y su waka waka. Él cantó un par de temas imitando a Juan Carlos Baglietto. Se sentaron los dos en el mismo sillón, él acercó su mano.
Sonó la alarma que habían pautado. Calcularon que el partido iría por el minuto 80. Ella se puso su tapado apurada. Cuando se despedían, Orlando acercó sus labios. Lila giró su boca y, a la distancia, le sonrío con picardía.

(continuará..)

1 comentario:

Christian de La Maciel dijo...

Diria el hombre de 678 que interesante el blog este, no.
Se re durmio anteojito con la gorda, le tendria que haber partido la boca de entrada.