Barrabravas de Barracas Central se cruzan con el colectivo que pasea gringos

Parecía ser un sábado más en la agradable Macrilandia, los niños jugaban en las plazas enrejadas, los adultos pasaban su tarde mirando las noticias bélicas de América TV, los jubilados jugaban a las damas y los pacochorros recién se levantaban con una resaca extrema. Hasta acá todo normal, pero lo peor iba a suceder.
El reloj marcaba las 14.30 horas cuando la barra de Barracas Central se prepara para ir desde la placita de la Boca en la que se juntan siempre hasta su estadio para alentar al camionero. Mucho vino, pastilla, ferné, falopa y demás estimulantes para ir descontrolado en el escolar, agitándola por las calles de la ciudad. Los muchachos estaban sedientos de violencia con esto de que los visitantes no pueden ir a la cancha; deben guardar sus balas para cometer ilícitos durante la semana. Pero todo cambió cuando el viejo colectivo Mercedes Benz 1114 dobló en Avenida Montes Oca, allá a lo lejos divisaron un micro negro y amarillo.
“Son los putos de Comunicaciones, vamos a meterle faca”, gritó el Gordo Saúl, mientras se sacaba de sus muelas un pedazo de vacío que tenía desde la semana pasada. “Ohhhhhh Comu sos cagón, sos cagón, sos cagón, comu sos cagón…”. Del otro lado los inocentes gringos sacaban fotos a los cabezas que se acercaban corriendo por la calle. “Mirá Robert, qué lindo espectáculo teatral”, dijo un nativo de Texas.
La barra del camionero tomó por asalto el micro cabriolet que pasea gringos, golpearon a troche y moche. Cobraron todos: yanquis, franceses, daneses, españoles, ingleses, irlandeses, puntanos y demás personajes nefastos que viajaban en el tour. Lo llamativo fue que un grupo de Universitarios de Denver disfrutaban cuando los apuñalaban con un tramontina oxidado. Los cabezas se afanaron el bondi y entraron al estadio mostrando los objetos robados que iban desde cámaras digitales hasta corneas de los turistas. Sin dudas esta hazaña de nuestros queridos barrabravas se compara con aquella tarde histórica en que la barra de Chaca se afanó un elefante de un circo y lo metió en la cancha de los Andes.