Comentarios a la hora del ascenso
Fermín Paniagua no paraba de hacer jueguitos en el Palacio de Miraflores. Izquierda, derecha, cabecita, pechito y así. Cuando se le piantaba el balón se ayudaba con las manos, con las palmeras del parque o con algún soldado de la guardia. El calor del mediodía venezolano estallaba en su cabeza. Parecía un día más de trabajo. Esperaba que por una puerta lateral salgan a paso militar una troupe de milicos vestidos de traje negro rodeando al líder venezolano y comenzar con el entrenamiento del día.
Sin embargo, una nubes extrañas comenzaron a oscurecer el pasto. Paniagua acusó al cielo y salió corriendo a buscar su tuper donde guardaba el almuerzo. No sabía bien porqué pero un reflejo instintivo le hizo cuidar su arroz con salchichas condensado y fermentado por el plastico. En ese mismo instante comenzó a soplar un viento y una sensación de vacío. La oscuridad se agigantaba. Parecía que lo perseguía. Miró hacia el Palacio y el sol le cegó la vista. Comenzó a sospechar que se descomponía. La oscuridad lo perseguía. Agarró el tuper fuerte con una mano y la pelota con la otra. Transipraba frío sin entender. Por un momento sintió que sus piernas eran dos columnas. No las podía mover. La sombra y la sensación de vacío crecían. Paniagua se desplomaba. Hasta que en un momento la sombra lo tapó y sintió que un par de testículos y un ano prominente caían a cococho de sus hombros. Inreíblemente sopotó la embestida de pie. Escuchó una carcajada estrepitosa y un embrollo de sogas y tela de avión lo cubrió. Quedó todo tapado , en medio de una sofocación y aturidido por las risas. Si eran más de una. De reprente se tumbó sobre sus rodillas y sintió que un pesado cuerpo caía sobre él. No pudo poner las manos y su cara se estrelló en el cesped. El tuper se abrío y volaron las salchichas con arroz. Las carcajadas sonaban dentro de su cabeza. Luchó contra la mole de carne que lo cubría buscando aire y escuchó las voces risueñas de Hugo Chávez Frías (líder revolucionario paracaidista) y Adelir de Carli (cura brasileño volador). "Querdio compañero Paniagua".
Fermín Paniagua no paraba de hacer jueguitos en el Palacio de Miraflores. Izquierda, derecha, cabecita, pechito y así. Cuando se le piantaba el balón se ayudaba con las manos, con las palmeras del parque o con algún soldado de la guardia. El calor del mediodía venezolano estallaba en su cabeza. Parecía un día más de trabajo. Esperaba que por una puerta lateral salgan a paso militar una troupe de milicos vestidos de traje negro rodeando al líder venezolano y comenzar con el entrenamiento del día.
Sin embargo, una nubes extrañas comenzaron a oscurecer el pasto. Paniagua acusó al cielo y salió corriendo a buscar su tuper donde guardaba el almuerzo. No sabía bien porqué pero un reflejo instintivo le hizo cuidar su arroz con salchichas condensado y fermentado por el plastico. En ese mismo instante comenzó a soplar un viento y una sensación de vacío. La oscuridad se agigantaba. Parecía que lo perseguía. Miró hacia el Palacio y el sol le cegó la vista. Comenzó a sospechar que se descomponía. La oscuridad lo perseguía. Agarró el tuper fuerte con una mano y la pelota con la otra. Transipraba frío sin entender. Por un momento sintió que sus piernas eran dos columnas. No las podía mover. La sombra y la sensación de vacío crecían. Paniagua se desplomaba. Hasta que en un momento la sombra lo tapó y sintió que un par de testículos y un ano prominente caían a cococho de sus hombros. Inreíblemente sopotó la embestida de pie. Escuchó una carcajada estrepitosa y un embrollo de sogas y tela de avión lo cubrió. Quedó todo tapado , en medio de una sofocación y aturidido por las risas. Si eran más de una. De reprente se tumbó sobre sus rodillas y sintió que un pesado cuerpo caía sobre él. No pudo poner las manos y su cara se estrelló en el cesped. El tuper se abrío y volaron las salchichas con arroz. Las carcajadas sonaban dentro de su cabeza. Luchó contra la mole de carne que lo cubría buscando aire y escuchó las voces risueñas de Hugo Chávez Frías (líder revolucionario paracaidista) y Adelir de Carli (cura brasileño volador). "Querdio compañero Paniagua".
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