Funcionarios del FMI descubren la existencia del barro en Florencio Varela

En un esfuerzo descomunal por alcanzar la empinadísima cumbre del periodismo profesional, la agencia de noticias LosLudditas accedió a las actividades que realizaron los enviados del Fondo Monetario para la elaboración de un nuevo índice de precios nacional, y a las revelaciones que tuvieron en un barrio conurbanense.
Agotadísimos, luego de llevar varios días zambulléndose en las aguas turbias de la pileta estadística argentina, y con los ojos chinos de tantísimos números, gráficos y planillas de cálculo, varios “expertos” del organismo internacional le pidieron al director técnico del INDEC algún lugar para visitar en el fin de semana, y Norberto “Ruso” Abramovich, en un auténtico gesto de felpudez bilateral, los invitó a pasar el sábado en su casa del partido de Florencio Varela.
Una vez terminadas las arduas tareas analíticas, el “Ruso” Abramovich los cargó a todos en la combi y les propuso a los técnicos yanquis hacer unas pizzas caseras. Así que, en cuanto llegaron, se fueron al almacén que Lita De Salzari puso en un trabajo conjunto con unos piratas del asfalto, donde el pope del instituto estadístico hace mensualmente los relevamientos de precios, y colgados en las rejas, se llevaron dos paquetes de harina cuatro ceros, un kilo de queso fresco, un cuarto de paleta jamonada, una lata de morrones, y dos Cunnington Cola por sólo 5 dólares.
Cuando bajaron las pizzas, armaron un picadito en el fondo de la casa, y el Ruso Abramovich, aprovechándose de la debilidad futbolística de sus invitados, metió caño, taco, y gambeta a lo loco. Cerca de la una de la madrugada, mientras descansaban viendo los nubarrones, empezaron a caer las primeras gotas de lluvia sobre la tierra, levantando un aroma desconocido para los asesores, acostumbrados a vivir en sus rascacielos de Washington.
Exaltados por semejante experiencia, y bajo la lluvia intensa, empezaron a chapotear de lo lindo, como si fueran chicos. Ahí nomás el director del INDEC les enseñó a hacer la plancha en el barro y todos terminaron el sábado de panza al piso, embadurnándose hasta el apellido.