Y sí chicos, en tiempos de tiranía infocomunicacional, tanta exposición mediática no se pudo soportar. Las fuerzas del odio que habitan el espacio radioeléctrico limaron poco a poco a una de las personalidad más fuertes de nuestro proyectito nacional y popular. Ahora estallan las placas televisivas rebozando venganza y lujuria por la salida del Ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco.
Ya no volveremos a vivir esos momentos memorables cuando nos levantábamos a la mañana, encendíamos el aparato de radio y nos regodeábamos con su cálida voz recorriendo cual saeta el eter mañanero.
Tampoco, tampoco, tampoco podremos volver a casa, prender la tele y verlo al maestro Tedesco, con su fina estampa, repartiendo conceptos académicos como estiletazos, miradas todopoderosas sobre la pasión educacional y chicanas estupendas lanzadas al propio corazón de la patria movilera o hacía los personeros apátridas, que cada noche se sientan detrás de los mostradores del cable a gasear nuestra locomotora del crecimiento a tasas chinas.
Ni que hablar, sí, ni que hablar de sentarnos un domingo en un bar de Palermo y darnos la gran panzada del saber leyendo y releyendo sus entrevistas a cuatro páginas, o saltando de la silla con su cabalgata electrizante de actividades.
Bueno pebetes queridos, el constante esfuerzo de este verdadero hombrazo con mayúsculas, que luchó y luchó para poder comunicar de mil maneras toda su inmensa gestión, -y para que los pavotes voladores no puedan decir: "ay, este gobierno hace cosas buenas, pero no las sabe comunicar"-, finalmente concluyó.
Pero no es una derrota, sino una bandada y un derrotero de enseñanzas del que tenemos que aprender todos.
Salú maestro y éxitos en todos sus microemprendimientos.
3 comentarios:
una lágrima en honor a ese grandehombre de la patria actual
guau, qué bigotazos seductores!, no me había dado cuenta, seducida por su gesta lenguaraz
mostro de la ciencia, sólo me has dado felicida
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