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martes, 15 de julio de 2008

Rencillas en el riñón progresista


Un poco más adelante, si ahí, tres butacas más cerca del escenario, el gran y resfriado Horacio Verbitsky, con su esbelta y rubia mujer. Más adelante, no, no, más adelante todavía, si ahí, en la segunda fila, la canosa cabellera del intelectual Nicolás Casullo, que blande espadas por nuestro gobierno. Muy cerca del titular de cátedra, la joven promesa del progresismo nacional (la única, luego del justo ocaso del ibarretismo), el eterno intendente de Morón, Juan Martín Sabatarella. En la primera fila, el grande de los grandes, su estilo relajado y campero, el Director, el hombre que ocupa el sitial de Jorge Luis Borges y Paul Groussac, nuestro amigo Horacio Gonzalito.
En el escenario, quién sino ella, la cantante, la nueva mercedes, la inimitable, la despojada, la barroca, Liliana. Su voz, que funciona de forma intermitente aunque siempre holgada, recorre clásicos de la música popular argentina, piezas olvidadas, hallazgos de los nuevos compositores. "Somos un cuarteto, pero no tenemos nada que ver con los cuatro desabastecedores", espeta la cantante.
Liliana, en escena, hace lo que quiere, se muestra como en su casa, se toma un vinito entre tema y tema, se olvida de las letras, hace que se olvida de las letras, por momentos emociona, por momentos irrita. Termina una de sus interpretaciones y queda callada. Un largo silencio. Y dice: "perdonen, pero estoy conmovida. Acabo de ver a un viejo amigo, con quien tuve un entuerto. Gracias, Martín".
Martín, claro, no es Sabatarella (a quien la cantante le dedica un tema en su nuevo disco), sino el eximio cronista latinoamericano, el buscador de tesoros por la europa oriental despatarrada y desbarrancada, el ex subdirector del diario cipayo, el hombre de grandes bigotazos, nuestro ex amigo Caparrós. Y sí, ahí está, en el medio del templo gubernamental, sus bigotes parecen reducirse, su figura toda empequeñece.
La gente queda pálida, callada, entumecida. Y sin embargo, a la salida, lo juro, habrá quilombo, bardo, entuerto, rencilla, trifulca, pelea, disputa, batalla, guerra, entre esos hombres que ahora escuchan, con atención, la oración del remanso.

sábado, 12 de julio de 2008

Ay Vietnam, Vietnam


"Que se yo, che. La verdad es que me hubiese gustado ser comunista". La farse corresponde a uno de los líderes más importantes del mundo. El tipo se reunió con los integrantes del Grupo de los 8 en Japón para negociar sobre la crisis alimentaria, los biocombustibles, etc, etc. Cuando volvía, le pareció ver por la ventanilla del avión a Marlon Brando entrenando talibanes en el medio de la selva mientras se fumaba un paraiso. Tambíen creyó ver a Robert Duval surfeando las olas del delta del Me Kong junto a un puñado de ex miembros de la guardia presidencial de Saddam Hussein. Sus ojos se inflaron. Enseguida pidió otro wisky, un alfajor de maizena y ordenó a sus secretarios que baje el avión inmediatamente en un aeropuerto de Vietnam. Un batallón de teléfonos celulares comenzó a funcionar para comunicarse con las autoridades vietnamitas. Los llamados cobraron sentido de inmediato y todos los pasajeros empezron a festejar al ritmo de "Deus dara, Deus dara".

Minutos más tarde el hombre se enfrentó a la mano del líder histórico del ejercito vietnamita Nguyen Giap, quién luchó y expulsó de su país a franceses y estadounidenses al ritmo de "Pintalo de negro" de los Rolling Stones. Al hombre le temblaron un poco las rodillas, sentía un adormecimiento repentino, en su cabeza giraban imágenes de Kung Fu, Oliver Stone, helicopteros, prositutas tahilandesas, soldados fumones norteamericanos y los trajes negros del Viet Cong. El saludo fue muy protocolar y paso seguido, el ñato se enfrentó a la estatua de Ho Chi Min. Ante semejante retrato del comunismo internacional, este se acordó de las palabras de su hermano mayor:"dejate de jugar a la pelota en la playa, tomar caipiritas y levantarte minitas. Vos estás para otra cosa. Metete en la lista del sindicato, ganá las elecciones, luchá por los trabajadores de tu país. Liderá el gremio. Sumate a las izquierdas. Conformá una central sindical independiente. Convertite en el sindicalista más combativo. Despúes armá un partido de trabajadores. Amplía tus bases. Sumá otros sectores. Presentate a elecciones. Se diputado. Perdé cuanta elección presidencial se te ponga en medio. Después ganá. Se presidente. Viví el giro al poder, que tu partido estalle. Suamte aliados por derecha. Mantené el poder. Haz crecer a tu país hasta convertirlo en uno de los países mas poderosos de la tierra. Se reelecto. Añorá el partido que creaste hace unos renglones antes. Seguí acumulando poder. Descubrí petróleo, bíocombustibles y que tu país se convierta en el más injusto de la tierra". UUUUF, dijo el tipo, se prendió un habano y dijo:" Que se yo...