El trío más mentado del
nuevo rock brasilero, integrado por Lula Da Silva en guitarra, voz y torno
paralelo, Enio Cordeiro en bajo y cancillería,
e Igor Cavalera en batería amazónica, llegó a la Argentina, a unos días de
conmemorarse los diez años de kirchnerismo, con un espectáculo renovadísimo que
hizo explotar las vesículas inflamadas de sindicalistas, destapó uretras y
arterias de políticos, y volvió a su lugar millares de hemorroides de industriales
argentinos.
Vestido con su clásico
atuendo de traje, camisa, corbata y calzoncillos slip verde amarela, Lula se movío por el escenario del Malvinas
Argentinas de Florencio Varela con toda la ductilidad de un showman, haciendo enardecer con el mismo
furor a los industriales y empresarios de la platea, que al terminar el espectáculo arrancaron
todas las butacas con los dientes de la excitación que tenían; como a los
sindicalistas que agitaron el campo durante toda la noche, por iniciativa de Antonio
Caló y su banda de metalúrgicos desbocados, al grito de “Mama yo quiero oh oh, mamá yo
quiero oh oh, mamá yo quiero mamá, que gane Lula oh, que gane Lula oh oh, que
gane Lula que todo el año es carnaval…”.
Entre el público
presente, que hizo su propio show bajo el escenario, se contó a Hugo Yasky, al
que se pudo ver arrancarse los pelos de la barba cuando el líder brasilero tocó
la canción Ampliar y multiplicar es la
tarea; como también a Victor Santa María, titular de sindicato de
encargados de edificios, hacer el baile
de la manguera en la canción Justicia
social; y a los mismísimos Victor
De Genaro y Daniel Filmus frotándose las pelvis mutuamente con la samba De la
integración regional. Aunque la nota se la llevó una vez más Omar Viviani,
utilizando la misma estrategia de marketing que llevó a la asunción del Papa
Francisco para ver si podía colocar alguna de sus flotas de “tachos” en el
Vaticano, que hizo pasear por todo el campo un taxi inflable, con la banderita
de Radio 10 incluida, que los fanáticos de Lula golpeaban de un lado a otro; mientras
los trabajadores de la UOCRA, dirigidos por Gerardo Martínez, hacían una ronda
donde se mezclaba el tradicional pogo con el ladrillazo a la cabeza y el tiro
al pecho con balines de aire comprimido.
Pero el éxtasis total
llegó cuando el garoto, en medio de
los bises, apenas empezaban los primeros acordes de su hit Hacé política, hizo estallar los cañones lanza papelitos y serpentinas
de colores, tan de moda ahora en cumpleaños de quince y casamientos, ubicados
estratégicamente al frente del escenario, de donde salieron volando por los
aires millones de tarjetas de Plan Bolsa Familia que los asistentes se apuraron
a agarrar como si el mismísimo John Bonham resucitado se hubiese puesto a
regalar los palillos de su batería, llegando a provocar heridas en más de un
sindicalista presente como fue el caso del intendente del partido de Quilmes e
histórico tornero del sur, el “Barba” Gutierrez, que debió ser hospitalizado de
urgencia a causa de un desnucamiento temporario cuando se disponía a tomar del
piso una tarjeta del programa social más extendido de Brasil.
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